Nombre: Los Pioneros
Autor: Instituto de Estudios Generales
Editorial: Editora Nacional Gabriela Mistral. Santiago, Chile. 1974
Primera Edición: Chile, 1974
Número Interno: R-1055
En Chile, hoy falta empuje realizador. Si hay una afirmación que puede hacerse en forma tajante y sin matices, es precisamente ésa.
Una maraña reglamentaria y burocrática envuelve a cada chileno desde sus primeras letras hasta sus expresiones de última voluntad. Gran parte de las energías nacionales se derrochan en un preciosísimo formal carente de toda vocación creativa.
El impresionante espectáculo que constituyen los roles de empresarios lo pone todavía más de manifiesto: toda clase de apellidos y denominaciones originarios de otras tierras. Desde árabes hasta israelitas, desde ingleses hasta alemanes, desde italianos hasta franceses. Y cuando la vista logra pesquisa un González o un Pérez empresarios, resulta que son españoles. Entre tanto, el elemento autóctono se desempeña en el trabajo “dependiente”. Y, lo peor de todo, lo prefiere así. Los chilenos de mejor ecuación y preparación se sienten enfermizamente inclinados a oficios intermedios, en los cuales la creación es escasa y la posibilidad de éxito se fundan más que nada en el golpe hábil, en el trabajo de escritorio o en el papeleo rutinario: comisionistas, corredores, abogados.
Otrora no fue así. Había chilenos que emprendían la realización de tareas, a veces titánicas, dotados de una tenacidad, de un valor y un empuje extraordinarios.
Es cierto que la estructura interna era muy distinta. El propio preciosismo reglamentarista ha maniatado o desalentado en nuestro siglo a muchos que tenían capacidad e iniciativa. Antes había un sistema económico que facilitaba la iniciación de tareas materiales creativas. En las páginas de éste libro veremos a Patricio Larraín construyendo un canal de 43 kilómetros, tarea monumental, pero fácil si lo comparamos con lo que significaría en el Chile burocratizado de la segunda mitad del siglo XX conseguir los permisos de las autoridades para que un particular pudiera llevar a cabo semejante obra.
La liberta económica del siglo XIX permitió que muchos particulares, chilenos y extranjeros, desarrollaran un empuje extraordinario. Tal vez la falta de la misma durante el siglo XX haya sido determinante en la merma de esa virtud entre nuestro con nacionales.
En todo caso, los primeros chilenos del siglo XIX tienen mucho que enseñar con su ejemplo a sus compatriotas de hoy. Desde luego, ellos demostraron con sus hechos cómo la iniciativa personal de los hombres de empresa implica siempre un sentido de beneficio colectivo que favores a los demás, en último término, incluso más que al propio autor de las realizaciones. También nos prueba que ni la fortuna ni la estirpe son requisitos para triunfar en una sociedad abierta a la creación individual: veremos en las páginas que siguen a un humilde hijo natural, carente de recursos, labrarse honestamente una gran fortuna; o a un muchacho español que, siendo miembro de una empobrecida y numerosa familia austriaca, emigra a América a los catorce años y, con el tiempo, llega a ser el principal impulsor del progreso material de la provincia de Magallanes, lo cual nos permite asimilarlo a otros pioneros chilenos.
En esta selección existe, pues, abundante material que señala a los compatriotas de hoy no sólo un conjunto de hechos de valor histórico, sino un ejemplo digno de ser imitado en la tarea de construir la futura grandeza nacional.
Con esta publicación, que el Instituto de Estudios Generales de esta capital encomendara a un equipo de investigadores dirigido por Hermógenes Pérez de Arce, se procura prestar un ilustrativo aporte a la enseñanza chilena, cuyos programas históricos para el año en curso enfatizan la importancia de los pioneros que abrieron surco fecundo en nuestra patria.
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